Lo primero a develar es porque ladra a las personas. Lo más probable es que cuando pasamos frecuentemente por un lugar ladre en su idioma diciendo 'Hey!, flaco a ver cuando tiras un hueso'. El perro a medida que pasa el tiempo no nos deja de ladrar porque nos conoce, sino porque se cansa de nuestra tacañez, o sea de pedir morfi. A lo último se puede escuchar un ladrido apagado como 'Gu...a...u ..' y en los sucesivos días el silencio y la resignación se apoderan del animal. Ahora que problema tiene con los caballos?, la verdad es que siente envidia por su trote elegante, sus piernas largas y estilizadas, su cabellera lacia y siempre peinada. Entonces le profiere al pasar toda clase de insultos como 'Anda, caballo cornudo, seguro que un pura sangre se está tirando a tu yegua' ó 'te voy a morder una pata la próxima vez que pases por aquí, y te van a tener que sacrificar'. Otra cosa que envidia es el hecho de cagar. Mientras que el perro debe sudar, soportar el doble gancho de los niños (y a veces de los adultos), intentar en ponerse en distintas posiciones, y hasta caminar una cuadra en cuclillas con el sorete colgando; el caballo parado cómodamente y a la vez comiendo, levanta la cola y defeca sin problemas. En este punto debemos defender al caballo dado que consume alimentos ricos en fibra. En su lugar el perro come cualquier porquería, comida chatarra, en consecuencia sabemos los efectos que esto produce como el estreñimiento. No ocurre lo mismo con el pony, a quien suele jugarle gastadas como 'que haces medio polvo' ó 'que haces mitad de tabla, no sos ni caballo ni perro!' ó 'solo servís para sacar fotos gilaso'. Una cualidad que tienen los caballos es la de ignorar, cosa que al perro le jode de sobremanera, debido a su naturaleza camorrera. El pony a veces emite un relincho en el que suele decir 'anda perro inútil si no cazas ni a un gato dormido ', remedio que corta instantáneamente la gastada del perro. Cosa difícil de explicar es porque ladra a los neumáticos. Se sospecha que el neumático al girar causa un efecto hipnótico, que hace que el perro diga todo lo que siente, se libere y deje fluir sus emociones. Por ello podemos verlo luego de ladrar a los neumáticos, irse moviendo la cola y aliviado. El último punto y más enigmático es porque a los gatos. Esto viene de hace tiempo, y se hereda genéticamente sin importar la raza. Al perro le gustaría hacer cosas que el gato puede hacer y el perro no; siempre se sintieron desplazados. Hay competencias para perros, pero también las hay para gatos. El perro es la mejor mascota del hombre (afirman), pero con el crecimiento gay, hay más mascotas gatos que perros. Se llama gato a la prostituta (mujer, traba, etc) que tiene un papel fundamental en la vida del hombre y de equilibrio en el hogar. Mientras el perro se la pasa horas como un boludo saltando para atrapar a una mosca con su hocico, el gato de un zarpazo la corta en dos mitades perfectas como la manzana de Sofovich. Además la facilidad del gato para trepar a cualquier cosa y hacer burla con la cola erguida desde el paredón. Mientras nos sorprende ver al perro cuando sube a la caja de una camioneta ó salta por el aro en un circo a 50 centímetros del piso. El gato mantiene la casa en orden (de allí la semejanza con las prostitutas), caza ratones, bichos, caga en la arena, se baña solo, ayuda a tejer a la patrona con el ovillo de lana. El perro es una sanguijuela holgazana al que lo tenemos que bañar, sacar a pasear, no molestarlo cuando come, prepararle un lugar delante de la tele, pegarle un boleo en el orto para que te vaya a buscar el periódico. El perro está muy resentido contra el gato y los insultos más comunes son 'Anda gato amanerado, que te haces las uñas en el árbol de higo' ó 'Gata trola te voy a agarrar y te voy a hacer un hijo como Jazmín (el 'perro' de Susana Jiménez). De esta narración se deduce que el perro tiene motivos para ladrar, llegando a una última reflexión 'perro que ladra no muerde, pero putea'.
